las primeras lluvias

Llegó noviembre, mes otoñal por excelencia, por lo general lluvioso y frío, y donde ya solemos comenzar a atisbar lo que nos espera durante el invierno. Tras un veraniego y excesivamente cálido mes de octubre, noviembre está dispuesto a poner las cosas en su sitio, en lo que a temperaturas se refiere, y esperemos que también se mantengan las lluvias en las próximas semanas. Ello significará también que la temporada de baloncesto debería comenzar ya a ponerse interesante, y los equipos, mucho más rodados que en octubre, deberán comenzar a mostrar todo su potencial y lo que pueden dar de si en los próximos meses.

Por circunstancias del calendario, en la liga cadete masculina, hay aún equipos que tan sólo han disputado 2 partidos oficiales, y su juego sigue siendo muy parecido al de pretemporada. Ese es el caso del CBC-96, que esta semana ha acusado en exceso los pocos partidos oficiales disputados hasta el momento, y ha vuelto a mostrar, igual que lo hizo en su partido inaugural en la pista de Maristas, un juego plagado de imprecisiones y de dudas. No obstante, es tanto el potencial que almacenan estos 12 jugadores, que incluso jugando el peor de sus partidos, y con unas estadísticas horrorosas, aún así, han sido capaces de vencer en pista foránea, en esta ocasión en la siempre difícil cancha del Pabellón Municipal de Archena, en pleno Valle de Ricote. Y eso que delante tuvieron a un equipo local aguerrido y luchador, que mostró e hizo valer sus armas, y que se vaciaron físicamente durante todo el encuentro. Aún así, la victoria fue al final para los de la ciudad departamental, a los que posiblemente ya se les vaya agotando su cupo de fortuna, y a los que ya se les debe de exigir más intensidad y concentración durante los 40 minutos,  ya que en el caso de volver a desperdiciar los primeros 10 minutos de los partidos, como hicieron en la pista de Maristas y del CB Archena, no siempre conseguirán enderezar el rumbo del partido, sobre todo cuando lleguen los llamados “gallitos” del grupo especial. Y es que si el partido de los cartageneros fue malo en general, el primer cuarto fue horroroso en particular, con una defensa al hombre timorata y sin ayudas, que en ocasiones dejaban tanta distancia entre atacante y defensor, que desde la grada parecía una defensa en zona y de las malas, que permitía el tiro exterior prácticamente sin oposición, y dejaba que el rival te desbordara con facilidad en el uno contra uno. Tanta fue la ventaja que se le permitió en su juego al rival, que de los 47 puntos que anotaron en todo el partido los de Archena, 20 de ellos lo consiguieron en estos primeros 10 minutos, capturando a la vez numerosos rebotes en ataque, ante un rival que les superaba con mucho en físico y altura media de sus jugadores.

Por ello, el 20-14 que reflejó el marcador al final del primer cuarto, analizado fríamente, fue un resultado excelente para el equipo visitante, dado que era difícil jugar peor, y que a poco que se comenzara a defender, el signo del partido podría cambiar. Y por fortuna para el Basket Cartagena, así fue. Sin hacer nada del otro jueves, y sin defender a muerte, simplemente juntándose más al atacante, y cerrando algo el rebote en defensa, impidiendo por tanto segundas opciones a los locales, lograron frenar la capacidad anotadora del equipo de Archena, y ello pese al buen tiro exterior del que hicieron gala dos de los jugadores archeneros, y del buen trabajo en la pintura que realizó su jugador más alto. Pero es que el físico del equipo de Primi Abad es sin duda una de sus mejores armas, y a poco que pongan concentración y orden en la defensa, a los rivales se les hace de noche, y no les queda otra que recurrir al tiro exterior.

El problema de ayer para el CBC-96, además de los nefastos primeros 10 minutos, fue sin duda la mala finalización en ataque, a veces por el buen oficio de los jugadores locales en defensa, otras por los contactos que se permitían en la pintura, y la mayoría por la mala puntería que mostraron durante todo el partido los de Cartagena. Ello le dio un gran suspense al partido, con unos guarismos en el marcador más típicos de un partido de alevines que de cadetes, y un último minuto de infarto donde pudo pasar de todo, cayendo al final la balanza hacía el lado de los de Primi Abad, que ganaron el partido con un apretado 47-49.

Por supuesto, que el partido también se vivió con intensidad en la grada, muy ruidosa como es habitual en este Pabellón de la ciudad termal, pero sin ningún tipo de roces entre las dos aficiones. No obstante, si hubo muchas críticas de ambos bandos hacia las decisiones arbitrales, algo que nos guste o no, es algo rutinario y habitual en cualquier partido de competición que se precie, y que no conviene tampoco dramatizar, ni sacar de contexto, siempre y cuando esas siempre censurables increpaciones se queden en eso, en frases más o menos desafortunadas justificables por la emoción con la que algunos vivimos los partidos, y que no deben de ir más allá de cuando suena el bocinazo final, donde ya solo procede aplaudir el esfuerzo de los dos equipos en liza y marcharnos a casa.

Es evidente que los jugadores se equivocan y fallan canastas fáciles, que los técnicos hierran en sus planteamientos y en la dirección del partido, que los árbitros a veces sancionan las intenciones y otras veces ignoran algo más que un contacto, y que por supuesto, los espectadores, que tenemos conocimientos parciales y muy limitados del reglamente del baloncesto, también la pifiamos con nuestros comentarios e increpaciones a los árbitros desde la grada. Todo ello pasa y seguirá pasando, mientras que el mundo sea mundo, y el universo en continua expansión, según nos cuenta Hawking, no lo impida.

Pero lo que es lamentable no es la equivocación en sí, lo lamentable es que a veces negamos nuestra equivocación y buscamos culpables entre los demás. Equivocarse no es malo, no aprender de los errores, ni reconocerlos como tales, es lo verdaderamente triste y marca el nivel de necedad de las personas. Es evidente que un árbitro no va a reconocer un error en el campo y va a cambiar su decisión, o que un entrenador nunca le va a decir a sus jugadores durante el partido que ha elegido más la estrategia o que se ha equivocado en los cambios que ha realizado. Por supuesto no nos referimos a eso, pero está claro que aquel entrenador que en vez de pensar que el árbitro le ha robado el partido, analiza en que se ha equivocado al diseñar la alineación de los quintetos y el esquema de juego, en donde y por qué han fallado sus jugadores, y que debería de trabajar más en los entrenamientos para que esos fallos no vuelvan a ocurrir, ese será posiblemente el entrenador que más éxitos deportivos consiga y lleve a su equipo a la victoria.

Por todo ello me ha gustado la entrada que mi amigo y compañero de fatigas en el seguimiento del CBC-96, Jesús García, ha escrito en su blog “canasta de 2”, donde analiza y reconoce un posible error que cometió como espectador durante el partido. Ello no solamente le honra como persona sensata que es, si no que además le servirá para no repetir más dicha situación y seguir disfrutando durante muchos años más junto a sus hijos de este singular deporte. Mi deseo también sería, que el resto de personas que intervinieron en esta anécdota, y que no hace falta nombrar, hicieran lo mismo que él, y analizaran si ellos con sus decisiones y actitudes tuvieron algo que ver en que se produjera la situación que describe Jesús en su entrada, y en ese caso que intenten al menos hacer propósito de la enmienda, aunque al final sigamos siendo humanos y esclavos de nuestras debilidades.

Bueno, para acabar esta entrada, algo más larga de lo habitual, desear que la lesión muscular que se produjo Dani en los últimos compases del partido, tras robar un balón y salir al contraataque, no revista la mayor importancia y que muy pronto esté entrenando con el resto del equipo. Y por supesto, también desear que el enorme trabajo y dedicación que Primi Abad realiza con estos chavales del CBC 96, empiece a dar sus frutos conforme avance la competición, y que al final de la temporada, el equipo esté lo más arriba posible, y por supuesto que todos empecemos a disfrutar con el nivel de juego que pueden y deben alcanzar.